Clic, clic, clic, clic, se escucha cuando digito la combinación de íconos que abren la puerta. Entro con todos los cachivaches que compré y los llevo a la cocina.
"Sigue haciendo mucho calor ¿verdad?", le digo al cactus que está en la sala. Voy hacia allá y abro una ventana. El viento entra.
Enciento la TV con el control remoto integrado a una pulsera que llevo puesta. Un hombre de las noticias dice: "se han seguido reportando casos de plantas que parecen moverse a voluntas, algunos aseguran que frutas y vegetales también se han movido. Las autoridades afirman que no hay motivo para alarmarse... ". Plic, apago la TV. "Vaya. Bueno. Mientras no se salgan del refri van a estar bien, afuera hace mucho calor y pueden hecharse a perder ¿no?, ¿tú qué crees?", le hablo de nuevo al cactus de la sala. Y eso me recuerda que tengo que acomodar todo lo que compré. Voy otra vez a la cocina pensando: "mh, desde que los animales aprendieron a hablar y no permiten ser sacrificados todo el mundo se ha vuelo un poco más loco, no me sorprendería que les hayan pasado el tip y ahora las plantas hagan también su revolución".
[Fragmento perdido]
Llego a la sala bajando las escaleras, siento un escalofrío y me percato de la ventana abierta. "Ahora sí podemos decir que el calentamiento global desquició el clima, parece que caerá una nevada tuertísima", ajá, me dirijo al cactus de la sala. Antes de cerrarla, miro por la ventana, es casi de noche y por todo el cielo hay un montón de nubes oscuras. "¡Qué bonito!", esta vez lo digo para mí. "¿Cuándo los vecinos cortaron el árbol de su jardín?", eso lo pienso. Cierro la ventana.
"Voy a la cocina, ¿quieres algo?... huy!, tenerte de compañía como que me está afectando, ¿que vas a querer de la cocina ¿agua?", todo se lo digo al cactus mientras llego a la cocina y busco un plato.
Abro la puerta del refrigerador con plato en mano. "¿que voy a comer hoy?... ¿y las espinacas que compré en la mañana?", me pregunto mentalmente.
"No vas a comer nada", es una voz extraña. Cierro la puerta del refri y ¡sacrosanto sea el Ojo de Horus! ¡es el árbol de los vecinos!. Me quedo inmóvil, con la boca entre abierta y apretando fuerte el plato entre las manos.
"¡Ahora espinacas!", grita el árbol, o eso creo, no sé de donde salga la voz solamente veo que se mueven sus ramitas. Las espinacas salen de donde debería estar la lechuga, se enredan entre mis pies tirándome la piso. El plato se rompe.
"¿Pero que cosa pasa?" pregunto.
El árbol contesta "fuimos amables con todos aceptando nuestro lugar en la cadena alimenticia, pero abusaron de nosotros, ahora el reino plantae dominará sobre todos, pronto los fungi se nos unirán y obtendremos el triunfo..."
Un jitomate salta hacia mi, de un manotazo provoco que se estrelle contra el piso quedando todo aplastadito, "Lo siento jitomatito...", me levanto y salgo corriendo. El árbol no me detiene, parece que no son muy ágiles, ¿las espinacas?, no lo sé, creo que las rompí al correr.
Salgo del departamento (¿estaba en un departamento?) corriendo por las escaleras, afuera me intercepta otro árbol diciéndome "La contraseña, ¿cuál es la contraseña para pasar?".
"¡Se escapa!", grita el árbol de los vecinos.
"Diles la contraseña, tú la sabes", dice el cactus de la sala (¿desde cuando es tan grande?) que ahora está junto al árbol interceptor.
"Mmmm... no sé... aamh", conteso.
"Tienes 31 minutos para contestar", dice el árbol que me obstruye el paso, y habla de nuevo "Se terminaron los 31 minutos"
"¡Diles la contraseña!", apura el cactus de la sala.
"Clorofila", respondo.
"No es esa", sentencia el árbol de los vecinos
Me tienen rodeada, se acercan con lentitud árboles, frutas, arbustos, verduras, las plantas de las macetas no se mueven pero dicen algo que no entiendo. El árbol de los vecinos grita "¡Ya!"...
... "Ya tía, despierta", mi sobrino (de 2 años) me abre los ojos con sus manitas. "Tía, ya empezó 31 Minutos".
"Ya voy", le contesto al fin.
Recordé este sueño cuando vi estas fotos, bueno, esta en particular.