Hace meses Anubis, Mista y yo nos citamos en una cafetería para beber café y, como siempre, platicar de irrelevancias. Llegué un poco antes, busqué una mesa y esperé la llegada de mis amigos. Mientras miraba el ir y venir de la gente de pronto mi atención fue atraída por 3 personas que entraban, se sentaron 2 mesas delante de mí, 1 de ellas lloraba desconsoladamente y sus compañeros (me imagino) trataban de animarla con palabras, apapachos, café y pastelitos, ¿qué pudo pasarle para que llore de esa manera? me pregunté, a mí nada me hace llorar, pensé, incluso MamáBastet asegura no haberme visto llorar nunca, por supuesto, exceptuando las veces que siendo bebe no se tiene otra manera de decir “tengo hambre”.
He reflexionado varias veces sobre esto y créanme cuando les digo que no me reprimo para contener el llanto, simplemente no me dan ganas de llorar. No lloro por tristeza ni por alegría, vamos, no lloré cuando el horrible e intenso dolor me impedía moverme. Es por eso que comencé a creer en la leyenda de que Bastet es incapaz de llorar, incluso creí que se trataba de algo mal en mi, hasta es una ocasión me gritaron “¡eres una niña sin sentimientos!”.
Sin embargo acabo de comprender que esto de llorar es como el sentido del humor: hay quienes con cualquier cosa sueltan carcajadas así como hay otros que a la menor provocación sueltan el llanto, porque ¿saben?, hace poquitos días lloré. Seis palabras me hicieron llorar. Por vez primera mi memoria registró un llanto mío. Sentí impotencia, desolación y un extraño vacío en el estómago, sin previo aviso la vista se me nubló, una lágrima cayó, pestañeé y un par de lágrimas más escaparon. Entonces, por un pequeño instante, recordé a aquella chica de la cafetería pero ahora me preguntaba que fue lo que la consoló, ¿pudo ser consolada?... al final ya no importaba, lo que yo necesitaba era estar sola, así que sequé mi rostro con las manos y me alejé lo más que pude del contacto humano.
Al término del día, con la mente algo menos ocupada, pensé en el nudo en la garganta, se supone que eso se siente antes de llorar ¿no?, creí que tendría una sensación similar a cuando al intentar pasar una pastilla enorme parece que se quedará atrapada en la garganta por siempre, a pesar de que se beban litros y litros de agua.
En fin, el punto es que la leyenda eso es, una leyenda, pues Bastet llora a la misma razón que llueve en el desierto, apenas unos cuantos centímetros cúbicos al año, que en mi caso sería unas cuantas lágrimas en la vida... por lo menos eso espero, porque llorar no está padre.
Cuando la Luna alumbra al callejón
lunes, 21 de julio de 2008
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2 comentarios:
Depende de porqué llores, naaaaa
Nunca he llorado de felicidad, creo que llorar no es sacar nada más las lágrimas, es el sentir tan profundo de... bueno ya sabes.
Cuando lloré, el mundo entero estaba conformado por insectos que zumbaban palabras, como si las palabras sirvieran ante una sensación semejante.
El consuelo es un constructo mental posterior que raramente sirve para aplacar la brutalidad de lo que nos arranca la sal de los ojos.
Sí, sólo queda alejarse, lamerse un poco las heridas, continuar.
Abrazo fuerte.
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