lunes, 5 de mayo de 2008

Viajeros somos y en el camino andamos

Me gusta pensar en mi vida como un viaje, uno con aventuras muy ordinarias. Hay veces que estoy en la selva buscando cocodrilos, otras me voy de safari a la sabana africana o me quedo a leer bajo un árbol en Yellowstone, siempre trato de evitar las playas (los días soleados no me van muy bien) y la mayoría de las veces ando entre montañas y riscos practicando alpinismo.

A medida que el viaje avanza encuentro rutas que convergen con la mia y son en estas intersecciones donde he conocido a muchos otros viajeros, personas y divinidades que se han convertido en mis maestros (siempre es bueno saber cómo sobrevivir al monzón del serengeti aunque nunca he estado en uno), amigos (todos ellos excepcionales, qué suerte haberlos hallado) y compañeros (las largas distancias se sienten menos con buenas compañías). Es increíble cuando otros ajustan su tour por la vida para poder coincidir muchas veces más, claro, a mí también me ha tocado hacer reacomodos, pero hasta ahora, nada que no valga la pena.

Quines me conocen saben que a veces mi brújula pierde el Norte, mis marcas en el mapa comienzan a cambiar y, así de voluntariosos como somos los gatos, dejo el avión para abordar un tren o “extravío” el boleto del autobús para embarcarme hacia donde a la marea le parezca pertinente. Entonces es cuando me doy cuenta que he perdido el rastro de muchos, que muchos me han perdido el rastro. Hay ocasiones en las que resulta fácil propiciar los reencuentros, pero hay otras en que ya los creo imposibles… en fin, el caso es que, desde hace vario tiempo decidí dejar marcas en el camino (tipo “Bastet estuvo aquí”), para que aquellos que sepan dónde mirar tengan razón de mí, incluyéndome, porque no siempre recuerdo en donde he estado :P

Ahora, ¿saben quién encontró pistas que no sabía que había dejado? Huitzilopochtli. Sí, el alegre colibrí por una extraña coincidencia llegó a mi página en Twitter, algo en mis actualizaciones le pareció familiar de modo que usó el link “web” para llegar a este blog, el cual ya no le pareció tan familiar (después de todo hay muchas Bastet en el mundo) pero aún así fue a Entre Bubastis y el Nilo (mi Windows Live Space), leyó uno de los posts, supo que yo soy yo y se puso en contacto con migo :D

He hablado poco con él (bueno, en realidad nada, chateamos, que se trata técnicamente de leer y escribir) pero aún no sé cómo es que no lo he visto en las reuniones del panteón, ¿será que no saben que existen? lo que indicaría que el tipo ha estado viviendo bajo una roca, o ¿es que se escondía de mí? porque, ahora recuerdo que fue él quien dejó de hablarme, ¡ay! ¿quiere reclamarme algo?... no importa, lo que sea, mataré dos pájaros de un tiro (hablando metafóricamente): me reencontraré con un amiguito del pasado y regresaré a las reuniones… a propósito, los aztecas beben chocolate ceremonialmente ¿verdad?, pues a mí todavía no me permiten tomar café ;)

Nota: ¿Se fijaron que hice una larga y reflexiva introducción?
Nota 1: Twitter es la onda, ayudó a sacar a alguien de la cárcel y dio pistas para que me encontraran, ¿cuántas otras historias similares habrá?

1 comentarios:

Anónimo dijo...

holaaaaaa

:Primera